viernes, 17 de febrero de 2012

PRESIDENTA A LA VISTA


     El pasado 5 de febrero del año en curso, Josefina Vázquez Mota ganó la elección interna del PAN, convirtiéndola en la primera mujer en contender por la Presidencia de la República en México. Con esto se dio por terminada toda una serie de especulaciones y Josefina se alzó con un contundente triunfo, a pesar de que el presidente Calderón y buena parte de la estructura albi azul trató amañadamente impulsar al ex secretario de Hacienda Ernesto Cordero. Los panistas, no obstante, se mostraron reacios, tal y como sucedió hace seis años, cuando eligieron a Calderón por encima del entonces secretario de Gobernación Santiago Creel, quien era favorecido por Vicente Fox Quesada.

     La ex coordinadora de los diputados panistas en San Lázaro revirtió un largo y tortuoso déficit en las preferencias. En el primer bimestre del año pasado, según la Consulta Mitofsky, su preferencia de voto entre la militancia panista era apenas de 17 puntos porcentuales, 23 puntos por debajo de Creel Miranda. El vuelco fue radical. Vázquez Mota obtuvo el 5 de febrero 53.9% contra 38.9 de Cordero y sólo un 6.1% de Santiago Creel. La ahora precandidata, esto por cuestiones de tiempos electorales, remó contracorriente y venció al oficialismo, gracias también, a que los panistas atendieron al llamado insistente de ¡votar en libertad!

     La elección panista que amenazaba con volverse histérica, al final resultó histórica, pues tenemos en el país, por primera vez a una mujer con posibilidades reales de acceder a la Presidencia. El panismo debe sentirse orgulloso por haber hecho tal elección, pues superaron al otro par de parcialidades políticas al hacer un ejercicio democrático, cosa que el PRD y el PRI decidieron brincarse. Enrique Peña Nieto fue designado por obra de acomodos cupulares, lo mismo que el de AMLO y PRD, cuya pregonada encuesta tuvo todos los visos de ser una negociación allá en las alturas.

     El lado negativo para el PAN tiene tres vertientes, y esto sólo se da en la casa presidencial. Primero porque se involucró en el proceso del mismo modo que hace seis años. Segundo porque el beneficiario (léase Ernesto Cordero) de su operación fue vencido. Tercero porque la oposición ahora podrá argüir que si intervino en la elección interna, puede hacerlo en la constitucional.

     Pero las ganancias del PAN parecen ser más. Verbigracia, su presidente, Gustavo Madero, no tuvo que salir a explicar lo inexplicable: que la candidata que por meses llevó una delantera bastante amplia terminara perdiendo. Gana porque con esto la unidad del partido se resguarda mejor y se esfuma la eventual judicialización de los resultados. Gana porque Josefina no sólo era la favorita entre militantes sino además entre la población en general. Gana porque coloca a los azules en segundo lugar y porque era la más competitiva de los tres. Gana porque llega con menos compromisos a la candidatura de los que hubiese llegado Cordero, por ejemplo.

     Josefina no le debe el triunfo a nadie, es decir, no les debe ni a gobernadores, ni a los secretarios de Estado, ni a la casa presidencial. Eso le permite mayor libertad para la continuidad y el cambio. Le permite una sana distancia al no deberles su postulación y porque los panistas le brindaron su sufragio a pesar de haber dicho que no gobernaría con un círculo de amigos ni con puros panistas. Y esto último no es mera teoría. Así lo ha venido haciendo en los cargos que ha ocupado, en los que ha nombrado a panistas reconocidos como a especialistas en tal o cual materia (Miguel Székely y Tuirán) o a representantes ajenos al panismo (Cecilia Loria).

     Como aludo párrafos atrás, el PAN volvió a parte de sus orígenes, y la elección que legitima a su candidata fortalece al partido de cara a la contienda constitucional de julio venidero.

     La designación de Josefina Vázquez Mota enriquece la contienda, sin embargo, el reto para esta mujer no es fácil, la ventaja del puntero es enorme, pero técnicamente es viable. Esto es porque ningún partido político, ni siquiera el actual PRI tiene ya suficiente voto para vencer. El porcentaje de independientes ronda el 44%, lo que convierte a la contienda presidencial en tratar de conquistar un territorio que nadie tiene asegurado. Los independientes se han transformado en el factor de modernidad en el sistema electoral mexicano. Veamos el asunto en perspectiva.

     Con la elección del 2000, quedó claro que el PRI no era invencible. Luego del 2006 y la mínima diferencia que favoreció a Calderón, se hizo evidente que el PRD también podía acceder a gobernar al país. Son estos independientes, decepcionados de los partidos políticos. Son estos independientes que esperan hasta tener a los candidatos frente a frente, pues emiten su voto con base en el perfil y desempeño del candidato, es decir, no votan por el partido (hay un creciente nivel de exigencia). Son los independientes quienes dan seguimiento a los pronunciamientos de campaña, los que pasan a cobrar las facturas por expresiones como “chachalacas”, “al demonio con las instituciones” o la “prole”, etc. Se trata de la parte poblacional que aguarda a decidir hasta que desfilen los debates, y según datos, aproximadamente un 20% decide en el último mes. Insisto, la contienda apenas principia. Todo puede suceder. Por ejemplo, hace 12 años, el que punteaba era el candidato priísta. Hace seis años, el que lidereaba era el perredista. Por si fuera poco, en el Censo poblacional del INEGI de 2010, apareció una marcada diferencia entre población femenina y masculina, y que favorecía ampliamente a aquél género. Seguramente también en el padrón electoral, las féminas con mayoría.

     Ya que hablamos de géneros. Vayamos a un aspecto de vital importancia. El hecho de que una mujer tenga posibilidades de portar la banda presidencial, sitúa a México en un nivel de madurez política que ya merecíamos. Y esto no es cuestión de modas o casualidades, si no, pensemos en Angela Merkel, canciller alemana, y que lleva sobre sus hombros buena parte de la tambaleante Unión Europea. O en Hillary Clinton en su calidad de Secretaria de Estado del país más poderoso del orbe, y quien además, le peleó de tú a tú la presidencia de Estados Unidos a Barack Obama. O en la huella de Michelle Bachelet, quien imprimió un sello de izquierda moderna en su gestión en Chile. Y qué decir de la sucesora de Lula Da Silva en Brasil, Dilma Douseff, una mujer que ha eliminado del gabinete por problemas de corrupción. Ya era hora de que en México diéramos un paso hacia delante en este cambio universal.

     Los anteriores aspirantes a candidatas a la Presidencia, como Rosario Ibarra, Cecilia Soto y Patricia Mercado, infortunadamente no pudieron pasar de un papel meramente testimonial. Este año es distinto. Si el PAN se consolida como segunda fuerza y logra disminuir el margen frente al tricolor, el discurso de Josefina puede imprimir un giro de reivindicación femenina que buena falta hace. Como es sabido, la igualdad de género dista mucho de ser una meta cumplida, basta ver los casos de violencia intrafamiliar o laboral, los niveles salariales, la discriminación silenciosa, etc. ¿Quién atiende con frecuencia a los hermanos menores o adultos mayores sino esa mujeres que desertan de la matrícula escolar para cumplir con un función que el Estado ha sido incapaz de hacer?

     La agenda femenil en México está en edificación, y es una cuestión que atañe a todos los nieves socio-económicos. El comportamiento machista nos recuerda lo resistente que es esa actitud. Hay machos pobres y ricos, ignorantes y educados, urbanos y rurales. Coexisten muchos puntos conflictivos como el derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo que deviene en la potencial interrupción del embarazo. Este último ejemplo divide y polariza a la sociedad, empero la lista de pendientes es aún más extensa.

     Dado el machismo arraigado aún en pleno siglo XXI, muchos se cuestionan si una mujer podría lidiar con los problemas de seguridad y ser jefe nato de las Fuerzas Armadas. Es en este punto donde emergen los mitos y obstinaciones culturales que la candidata tendrá que subyugar.

     Dejemos la cuestión de género y volvamos a lo electoral. Si bien es cierto que Josefina Vázquez Mota venció con relativa facilidad en la elección interna del PAN, la contienda que se avecina será más compleja. Según la Consulta Mitosfky, arranca 17 puntos porcentuales por debajo del priista Enrique Peña Nieto, quien goza del 41% de la preferencia electoral por 27 de la panista, en tanto que López Obrador tiene un 18%.

     Josefina tiene a su favor un acentuado carisma. Ha demostrado capacidad para seducir y convencer con palabras, sonrisas y presencia. Su carrera en la política ha sido relativamente breve. Antes del 2000 proporcionaba conferencias a organizaciones empresariales y promovía su libro Dios mío, hazme viuda por favor, en que conminaba a la mujer cobrar conciencia de su fuerza y a desarrollar sus talentos en libertad. En el año de la alternancia ganó una candidatura plurinominal por su partido, pero dejó el curul rápidamente ya que Vicente Fox la designó como secretaria de la Sedesol. En este cargo, aplicó el programa Oportunidades.

     De la Secretaría de Desarrollo Social, saltó a la campaña de Calderón en enero de 2006. Calderón la nombra titular de la SEP y desde ese puesto impulsó la Alianza por la Calidad Educativa. Renunció sin explicación en 2009 (todo indica por el desgate en su relación con Elba Esther Gordillo) y fue enviada a la Cámara de Diputados como coordinadora de los panistas. Calderón la insta a que se postule como candidata a gobernar el Estado de México, pero no aceptó porque tenía fijo su objetivo y que ahora consiguió, ser la candidata panista a la Presidencia.

     Como persona, hasta el momento, parece irreprochable, tanto en lo privado como en lo público. Es pues desde este punto de valoración axiológica que supera por mucho a sus adversarios. Si un ciudadano quiere normar su voto atendiendo a una premisa de estricta moral política, sin atender a posibilidades de triunfo o a otras consideraciones pragmáticas, está claro que debe votar por la panista. Su postulación parece aportar un inapreciable elemento de decencia política. Su presencia en la candidatura, sin embargo, no es una mera nota de idealismo, ni un adorno moderno, esto a decir de algunos especialistas, quienes dicen que de romper los vínculos innecesarios o que más bien, debe romper, representa la mayor posibilidad de cambio positivo a la Nación. Que con Peña Nieto se perpetuaría y hasta se acentuaría el status quo que favorece a los dueños del poder y del dinero que tanto han dañado al país.

     En tanto que AMLO promete transformar el país, pero no sabemos que tan radicales serían esos cambios. Si alguien considera que aquí debe cambiarse todo drásticamente, que lo que se requiere sea una revolución, sea cual fuere el método de hacerla, e independientemente de los costos y consecuencias, entonces debes votar por AMLO.

     Entre los extremos priístas y perredistas se movilizan, Josefina al parecer es el punto medio entre ellos dos.

     Corresponde ahora a Josefina Vázquez Mota ganarse el voto de quienes pueden llevarla a ser la Jefa del Ejecutivo de este país; hablamos de mujeres, jóvenes y de ese basto número de integrantes de la clase media que no quiere de vuelta al PRI y a la que inquietan la personalidad, antecedentes y acompañantes de Andrés Manuel López Obrador.

     No obstante, no todo es miel sobre hojuelas. Para muchos nos preocupa el hecho de que Vázquez Mota no sepa ser concreta en ocasiones. Tiene facilidad de palabra, empero, en ocasiones, suele emitir frases sin reparar demasiado en su contenido. Sin embargo, parece haber logrado un buen desempeño en el programa Oportunidades, mientras que la Alianza por la Calidad Educativa es un gran esfuerzo del gobierno federal.

     Me congratulo por la sola presencia de Josefina Vázquez Mota como candidata presidenciable. En caso de triunfar, deberá diferenciar de las dos administraciones anteriores. Deberá remontar 11 años de desprestigio hacia su partido por un ejercicio no muy alejado al del PRI. Deberá comenzar a saldar asuntos pendientes respecto a corrupción, corporativismo, monopolios, educación, seguridad, etc. Pero ante todo, debe mostrar sus propuestas para llevar este país al crecimiento y abatir la pobreza, y mejorar la distribución del ingreso. Debe por empezar a convencer a los votantes de que está en plena disposición de que gobernar significa tomar decisiones, aunque éstas afecten otros intereses; esos intereses que las administraciones priístas y las últimas dos panistas no han sabido, podido o querido afectar.

     En pocas palabras, si Josefina Vázquez Mota quiere obtener el triunfo y pasar a la historia como la primera Presidenta de México, no debe hacer política como la que se ha venido haciendo.

miércoles, 15 de febrero de 2012

MÉXICO Y EL GIGANTE ASIÁTICO


     La inmensa mayoría de mexicanos anduvo alebrestado por el 14 de febrero, día del amor y la amistad. Y apuesto lo que sea que al menos un 99% ignora que en esta misma fecha se cumplen cuarenta años de que México estableciera relaciones diplomáticas con la República Popular China. En este lapso, China transitó de ser una economía secundaria a convertirse en la segunda potencia económica del orbe, sobrepasando a Japón. En tanto que sucedía este meteórico ascenso chino, la política exterior mexicana ha sufrido de una carestía de ideas para carear el nuevo plano geopolítico. No obstante, rememorar estos cuatro decenios debe aprovecharse como punto de partida en la discusión de alcances, oportunidades y limitaciones que el poderío chino acarrea a los intereses nacionales.

     Las relaciones en sus inicios estuvieron marcadas por la cooperación. El entonces presidente, Luis Echeverría, sin saberlo, le otorgó al país un bono diplomático que le perduraría por decenios. En aquel año, aun con la oposición de Richar Nixon, presidente estadounidense, Echeverría pronunció un emotivo discurso ante la Asamblea General de la ONU para solicitarle a Taiwán, que en ese tiempo representaba al pueblo chino en la ONU, le cediera su sitio a la República Popular China. La moción se aprobó y, México se haría acreedor de la gratitud china.

     Concretamente, en esos años, lo más destacable fue el programa de becas para estudiantes mexicanos en China y inversamente. Para los connacionales, las cátedras abarcaron desde mandarín hasta medicina tradicional china, mientras que los chinos recibieron instrucción en español, historia mexicana y literatura iberoamericana. Muchos de aquellos estudiantes chinos, conforman la actual camada de embajadores de China en Latinoamérica.

     De 1976 a 1990 los intercambios fueron en un sentido de cordialidad, aunque delimitados. La buena voluntad se manifestó mejor en el plano multilateral, China apoyó el esfuerzo mexicano, durante los ochenta, a pacificar los conflictos centroamericanos y mostró solidaridad en la crisis financiera mexicana.

     La culminación de la llamada Guerra Fría, concluyó también la retórica tercermundista, abriéndole paso a los intereses comerciales. Con la firma del Tratado de Libre Comercio, en 1994, los artículos manufacturados en China empezaron a inundar mercado mexicano y, eso dio pie a que el gobierno Salinista impusiera cuotas compensatorias de hasta mil por ciento para zapatos, vestimenta, etc. Desde entonces, el déficit comercial monopolizó el imaginario colectivo, pero la administración priísta conservó las discrepancias alejadas de lo político. Mas luego de la alternancia en el Ejecutivo, eso terminó.

     Apenas siete meses después de asumir el cargo, Vicente Fox viajó a China, donde dio muestras que su talla diplomática distaba mucho de la física. Veamos. Cuando los chinos colmados de orgullo le mostraron la rúbrica de Echeverría en el libro de visitantes distinguidos, Fox en vez de utilizar la diplomacia heredada, la arrojó por la borda arguyendo que, al igual que México, ellos también debían darle vuelta a la hoja y dejar atrás el priísmo. El gesto no fue bien recibido, al contrario, en la siguiente visita de alto rango, los chinos optaron como primera parada, la casa del ex mandatario Luis Echeverría, dejando en claro que ellos no olvidaban a sus amigos.

     Así comenzó una serie de infortunios en los intercambios que fue encumbrándose en paralelo al déficit comercial. Esto se vislumbró fácilmente con el hecho de que en el resto de los países latinoamericanos, la ascensión china era vista como una oportunidad en el ámbito económico, en tanto que México lo experimentaba en sentido amenazador y los políticos lo demostraban con su frustración en público.

     Para el año 2003, el país asiático ya había pasado a ser el segundo socio comercial de México; no obstante, el intercambio era ampliamente disímil. Un bienio antes, el comercio total era de 4 mil 309 mdd; cuatro después la cifra alcanzaba 20 mil mdd, de los cuales más de 17 mil mdd eran importaciones de producción china a México. La tendencia prosiguió en suma y para el 2010, según datos del INEGI, el país asiático exportaba a nuestro país 41 mil 695 mdd, mientras que sólo importaba 3 mil 655 mdd. Esa asimetría inicial, caló hondo en los nervios de la administración foxista, y se acusó al país chino de basar su modelo en la exclusión de mano de obra y de operar un régimen autoritario. Afortunadamente, Sergio Ley, embajador mexicano en tierras asiáticas hizo bien su trabajo y contuvo cualquier querella diplomática.

     Durante la ya saliente administración, las relaciones chino-mexicanas atravesaron su peor momento durante la crisis del brote de influenza AH1N1 de mayo de 2009. Sin embargo, el gobierno mexiquense y capitalino si fueron capaces de acercarse a China, si bien limitada, al menos tienen la intención clara de tomar a China como un actor fundamental en el mundo.

     El Gobierno del Distrito Federal, encabezado por Marcelo Ebrard, quien por cierto compartió aula con algunos chinos durante su estancia en tierras aztecas, a través de Tatiana Alcázar, quien funge como directora para Asia y África del Gobierno capitalino, impulsó el hermanamiento entre Beijing y la Ciudad de México, ahorrándole a ésta, un millón de dólares para conseguir que el gobierno chino prestara un panda gris para el zoológico.

     Por eso, ahora que se vienen tiempos electorales y gane quien gane la elección presidencial, es imprescindible que tome en cuenta que los años venideros serán trascendentales para reconstruir una relación desgastada innecesariamente y, sobre todo, para buscar fructificar la relación con el gigante asiático. Hay que atraer inversión, exportar alimentos al mercado chino y preparar a la siguiente generación de sinólogos mexicanos. Si no lo hacemos, créanlo, las cosas para nuestro país seguirán estando en chino.

lunes, 13 de febrero de 2012

PURA BASURA


     La Ciudad de México está atiborrada de miles de anuncios perredistas. Es evidente que ese despilfarro de recursos no procede más que del erario, el cual, lo habitantes construyen a través de sus contribuciones. Pero, ¿tiene sentido tal gasto?

     Que el señor Enrique Peña Nieto no sepa mencionar siquiera tres títulos de libros es tan inverosímil y vergonzoso como que los otrora precandidatos a la Jefatura de Gobierno, Alejandra Barrales y Martí Batres, desplieguen sendos anuncios sobre los libros que han escrito. Yo que sepa, no ha existido escritor mexicano con una campaña promocional editorial como lo están teniendo los aludidos políticos.

     ¿Qué pretensión puede tener el PRD capitalino al rebozar de propaganda el inmobiliario urbano? El sólo rostro no exponen nada, pues no se incluyen lemas ni consignas. Lo único obvio es la capacidad de barrumbada, y la forma arbitraria de llevarla a cabo por parte de una parcialidad política, que en vez de generar propuestas, da la impresión que se vitorea a sí mismo.

      El Distrito Federal ha sido hasta el momento el único sitio donde el PRD ha consolidado una administración perdurable. Y como todo gobierno, con sus consecuentes altibajos, se puede decir que aceptable, adelantando derechos cívicos plurales y afrontando con realismo desafíos de convivencia cotidiana. La actual inundación de carteles propagandísticos es vergonzante para un partido político que en antaño llegó a combatir los excesos.

     En su intento de contrarrestar al Sol Azteca, el PAN ha optado por “respaldar” mediante dedazo presidencial una candidatura ciudadana, la de Isabel Miranda de Wallace. Dicha mujer cuyo poder de convocatoria pudo haber sido el hecho de ser externa al sistema, recibió una oportunidad por una práctica autoritaria.

     Ante el dislate albi azul, el PRD reaccionó institucionalmente, eligiendo para contender por el cargo de Jefe de Gobierno, al mejor de sus precandidatos, Miguel Ángel Mancera, pero ha decidido paralelamente exhibir sin recato su músculo político. El PRD “marca su territorio” colocando innúmeros carteles con imágenes de suspirantes a jefes delegacionales o algún curul legislativo, ya sea en la Asamblea Legislativa o en el Congreso de la Unión.

     En tanto el Sol Azteca mancillaba el de por sí deteriorado paisaje de la capital mexicana, el PAN recurría a prácticas antidemocráticas en su elección interna para designar a quien ocuparía la candidatura presidencial. En el transcurso de la jornada electoral, no faltaron (¡Cómo siempre!), denuncias por reparto de despensas y compra de votos; se tuvo urnas “embarazadas”; la cónyuge del precandidato Santiago Creel no pudo emitir su voto porque ¡no estaba en la lista!; el primer presidente panista se saltó la fila de espera en una urna en León, Guanajuato, siendo abucheado por los otros militantes panistas; Marta Sahagún no sufragó porque a decir del mismo Fox, “la han tratado muy mal”. El caso más sonado fue el de Tantoyuca, Veracruz, donde una sola casilla otorgó la inverosímil cantidad de 10 320 sufragios a favor de Ernesto Cordero. Esto último no ha de extrañarnos, dado que era el “delfín” del Jefe del Ejecutivo Federal. No obstante, no deja de llamar la atención que el escándalo por lo deshonesto de la contienda, provenga de la parcialidad que representaba la continuidad y el oficialismo albi azul.

     Aunque la ahora primera candidata presidencial, Josefina Vázquez Mota, era la mejor opción panista de cara a las elecciones del próximo julio, tuvo que confrontarse a escollos que su partido atribuía en tiempos pasados al PRI. Al ganar categóricamente, mencionó: “Termina la contienda interna, y comienza un nuevo camino: el camino para derrotar al verdadero adversario de México, a quien representa el autoritarismo y lo peor de la práctica antidemocrática, a quien representa el regreso a la corrupción como sistema y la impunidad como condena. Ese adversario es Peña Nieto.” Si bien el diagnóstico de la panista es correcto, aún queda por aclarar el por qué los gobiernos emanados del panismo no han hecho nada por modificar tan degradante situación en estos ya casi dos sexenios.

     En un hotel del Distrito Federal, se quedaron cientos de cajas sin abrir, ¿su contenido? Playeras, cornetas y banderines para el festejo de Cordero. La pregunta del millón es: ¿Qué pasará con tan inútil acervo?

     La capital mexicana es un baluarte de la piratería: hay taxis pirata, DVD’s pirata, perfumes piratas y hasta piratas piratas, ¡imagínese nada más! Como ahora el Distrito Federal se dispone al reciclaje, no sorprendería que el arsenal festivo del ex secretario de Hacienda fuera adquirido a precio de periódico viejo por la cúpula amarilla y destinarlo a su obcecación actual: encomiarse a sí mismo.

     Los defeños, entonces, habitan en una ciudad salpicada por los rostros del poder en propaganda que literalmente es pura basura.

domingo, 5 de febrero de 2012

95 AÑOS DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE MÉXICO


     5 de febrero de 2012, la Constitución mexicana cumple 95 años de vigencia.

     Desde el año 1998 se ha venido gestando una discusión acerca de la propia vigencia constitucional. Especialistas en derecho constitucional han debatido acerca de la posibilidad de mantener el texto actual o de reformas profundas, inclusive, de elaborar una nueva Constitución. ¿La razón? La casi nula aplicabilidad de la Carta Magna.

     Por un lado tenemos a quienes creen injusto que se le achaquen “los males” a la Constitución. Por otra parte, quienes apoyan el hecho de reformar o de hacer un nuevo texto constitucional, consideran que de mantener el presente texto, las condiciones actuales de deterioro avanzarán, haciendo inevitable un nueva redacción en su totalidad.

     Como en toda confrontación de ideas, hay pros y contras. Veamos. Si se reforma o cambia la Constitución existe la posibilidad de que eso permita desmantelar el Estado de bienestar, lo que significaría un retroceso. En cambio, la reforma, podría devolver la vigencia a la Constitución, de modo tal que la posicione como referente de pauta en la vida estatal y de la ciudadanía.

     Ahora bien. En teoría, la Constitución es rígida en cuanto a su modificación, no obstante, en la práctica eso no ha acaecido así, pues se le ha reformado en 530 ocasiones, volviéndola poco práctica al momento de su aplicación, se le ha convertido pues en un documento reglamentario y de difícil acceso al ciudadano común.

     Lo que es evidente es que el próximo presidente debe centrar el debate iniciado en 1998, recopilar todas las ideas y proponer las reformas específicas requeridas en aras de garantizar la gobernabilidad del Estado mexicano.

     La creación de una nueva Constitución no es de problemática teórica ni académica, sino de realidad. Esto es, un país tiene una nueva Carta Magna cuando existe una ruptura jurídica, política y social. Tal ruptura puede ser de dos naturalezas, pactada o no pactada. La primera se presenta cuando es mediante un acuerdo, la segunda por la vía violenta. En este momento aún no existe esa rotura, ni pactada ni no pactada, sí se tuviera una nueva Constitución sería cuando la realidad imponga ese menester.

     Por el momento no se ve factible ni conveniente una nueva Constitución, la cual es actualizada a través de reformas. Sin embargo, muchas de ellas han sido inútiles, aunque otras han resultado positivas.

     Es irrebatible que la Constitución tiene un diseño institucional siempre perfectible. Sus principios esenciales son de respeto a los derechos humanos en todas sus vertientes; soberanía popular; división de poderes; un sistema representativo y federal; el principio de no reelección en el Ejecutivo; el control del poder, y garantías procesales que hagan valer la norma constitucional en caso de ser violentada.

     Muchos opinan y le imputan males a las normas constitucionales, cuando en realidad son vicios de la realidad política y social. Verbigracia, ¿en qué artículo constitucional se encuentra aceptada la enorme corrupción en el país?, ¿en qué norma constitucional hallamos los fraudes electorales gestados?, ¿en qué norma constitucional se encuentra la irresponsabilidad de los poderes?, ¿en qué artículo está la destrucción de la moral pública, la virtud cívica y el patriotismo?

     Para dar uno la vuelta hay que conocer primero lo que queremos y cómo lo vamos a hacer, pienso, mediante la ruta pacífica.

     Actualmente, ¿es dable que las principales fuerzas políticas, sociales, económicas y culturales se pongan de acuerdo en un nuevo pacto social? Sinceramente, las posibilidades son mínimas, sí en muchas ocasiones son incapaces de lograr consensos en pequeños aspectos de una importancia menor.

     Lo real es que en México ha habido una serie de violaciones a preceptos constitucionales, perdiéndose con ello el referente para pautar la vida cotidiana del Estado y también como referentes de los ciudadanos. En Derecho, se diferencia entre la norma vigente, es decir, aquella que en efecto se encuentra, que ha sido aprobada conforme al proceso legislativo o de reforma constitucional; y la norma positiva que es aquella cuya aplicación es efectiva. En cambio, es notorio que a diario varios aspectos de la Constitución no se aplican de forma efectiva. Por ejemplo, la Carta Magna establece que no hay fueros en el país y, sin embargo, en la práctica se advierte que a los militares se les beneficia con un fuero extraconstitucional, con todo y que contraviene a la Constitución.

     Los mismo sucede, por ejemplo, con el clero mexicano, de cuyos ciertos integrantes de ha aceptado abiertamente que han incurrido en actos pederastas, incluso han pedido perdón públicamente, pero, no se les ha sancionado jurídicamente. El artículo 123 se refiere al derecho laboral, no obstante, no tenemos un sistema de seguro de desempleo, lo que significa que el derecho al trabajo, establecido constitucionalmente es un derecho vacío.

     Lo anterior, ha conllevado en que más de la mitad de los mexicanos considere que la Constitución no cubre las necesidades nacionales; y que uno de cada cuatro, manifieste que requerimos una nueva Constitución, esto según una encuesta realizada por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM en 2003, y que tuvo su réplica hace un bienio. Esto compele sin duda a llevar a cabo reformas oportunas, suficientes, satisfactoria y eficaces, para que no se llegue al punto en que la percepción social de la Constitución y por lo que concierne a la vigencia de las instituciones ahí estatuidas, hagan, casi indispensable un nuevo texto constitucional.

     Ahora bien. La tesis primordial de la Constitución de 1917 es la realización de la justicia social, es decir, que los mexicanos lleven una vida digna, aunque es fehaciente que eso no ocurre, más cuando media población se halla en un grado de pobreza o cuando el desempleo se acrecienta, o cuando siete millones y medio de jóvenes ni estudian ni trabajan porque no hay oportunidad.

     El gran problema de nuestra Constitución, no es su deficiencia, pero para eso hay que luchar a través de reformas precisas, pues muchas ha las que se le ha sometido, no han sido para resolver problemas, sino elucubraciones políticas por intereses individuales o grupales.

     Antes de llegar al punto en que necesitemos una nueva Constitución, es menester dar cumplimiento cabal a la misma, lo que devengaría en un verdadero Estado de derecho, pero es donde encontramos problemas graves y no sólo de gobierno, sino de sociedad, pues ésta se ha mostrado muy tolerante a lo corrupto y a lo impune.

     Los vicios políticos han tenido efectos devastadores en la redacción constitucional. Cuando fue redactada, tenía en veintidós mil palabras, hoy se integra por cincuenta y cinco mil palabras. Esto, por supuesto ha traído a la Constitución aspectos que no son de naturaleza constitucional, sino reglamentaria. Verbigracia, ha pasado a regular que los spots de carácter político sean de veinte segundos, de modo que si se quisiera proyectar un spot con otra duración, se tendría que reformar el artículo respectivo. Lo último convierte en disfuncional la Constitución y difícil de aplicar con rigor. El hecho de que se le hayan integrado características reglamentarias, impide adecuarla paulatinamente a la realidad.

     En otro contexto, los ciudadanos desconocen su contenido, se ha vuelto pues, en algo exclusivo del gremio de los juristas. Y no obstante, para los abogados también representa dificultades, por ejemplo, no se ha podido escribir un tratado de derecho constitucional, y no porque no se cuente con la capacidad o elementos para realizarlo, sino porque no se permite, porque la reforman con asiduidad inusitada. Escribir un tratado puede llevar un lustro o quizá un sexenio, y al haberse terminado de escribir, resulta que la Constitución referida ya es otra.

     Si eso les pasa a los especialistas, que esperamos de un ciudadano que acude a una librería a comprar un ejemplar, y que muy probablemente esté desactualizado. Existe, por ende, un problema acopiado, que no es más que los vicios de la realidad que han impactado en la Constitución, empobreciéndola. Necesitamos entonces, si no una nueva Constitución, sí una reformada y refundida, o sea, una que sin cambiar su contenido, se le ponga en términos sensatos, coherentes y asequibles para todos, y no únicamente para abogados.

     Como se menciona al principio, desde 1998 se está en el debate, se han presentado múltiples ponencias, contradictorias entre sí, y el resultado ha sido nulo, pues si se han llevado reformas, pero con poco peso.

     Por una parte tenemos la crítica, y no sin razón, de que se han hecho demasiadas reformas constitucionales, pero por otro, las fuerzas políticas han querido que todo quede plasmado en la Constitución, lo que es un absurdo. Si cuando se creó la Constitución se atacó mucho los numerales 27 y 123, arguyendo que eran reglamentarios, ahora tenemos muchos más (todo lo electoral). ¿A qué se debe esto? Sin duda, a la enorme desconfianza entre los actores políticos, a la difidencia de los sectores sociales hacia los políticos, lo que nos ha arrastrado a que todo debe asegurarse con una reforma constitucional, poniendo cosas que perfectamente pudiesen estar en una ley secundaria.

     Las reformas que han de hacerse deben cumplir los siguientes objetivos: el cumplimiento a la Constitución, la gobernabilidad, el reforzamiento a la cultura del Estado de derecho, y esta función no es sólo del jefe del Ejecutivo.

     A la norma jurídica no se le pueden atribuir efectos prodigiosos, pues no es la norma quien modifica la realidad o la mentalidad de las personas. Luego, tenemos que acudir a otros caminos, que son: mayor educación constitucional, mayor conocimiento de las normas, y sobre todo, una cultura de la legalidad.

     Es real que se ha avanzado de modo importante en el orden democrático electoral, pero no así en la democratización de las instituciones ni mucho menos en algo que acompaña a todo sistema que se precie de democrático, que es la responsabilidad política de los gobernantes. No hay modo aún de imponer responsabilidades políticas por el ejercicio indebido del poder, por las insuficiencias en el mismo, por sus distorsiones, por los procesos de corrupción; y porque no existen mecanismos de control constituidos a favor de nuestros gobernantes y de la democracia. Por ejemplo, un tema muy claro y que fue rechazado es el de la reelección legislativa, porque los partidos han preferido conservar sus posiciones electorales en el Congreso como una forma de satisfacer a sus clientelas y no como un medio de consolidar un sistema representativo que admita ejercer controles más eficaces con relación al gobierno.

     En conclusión, hay que observar de nuevo la tesis primordial de la Carta Magna de 1917, incumplida luego de 95 años. Hay que retomar el aspecto de justicia social, pues recordemos que la Constitución mexicana es considerada la primera constitución social, esa fue su columna vertebral. Es menester hacer realidad los derechos de justicia social estatuidos en la Constitución. ¿Cómo? Cumpliendo con sus postulados que son 169, ¿y cuáles se cumplen? Pocos y deficientemente. El Estado está obligado a ello, pero para esto debe haber responsabilidad de los dirigentes políticos, orientación a la sociedad y evitar como hasta ahora ha sucedido, una actitud resignada y condescendiente.

miércoles, 1 de febrero de 2012

MENTIRAS Y JUSTICIA


     El 80% de los detenidos en procesos penales mienten a las autoridades, y al parecer, también los denunciantes lo hacen. En consecuencia, casi todo el tiempo en la Procuraduría es una sarta de mentiras.

     Obvio, esto no debe tomar por sorpresa a más de uno. Cotidianamente, la inmensa mayoría inventa para acomodar la realidad a los intereses y necesidades propias. Tales mentiras pueden ser grandes o pequeñas, pero que construyen el día a día de cada quien. En los procesos penales ocurre lo mismo, pero agravado dadas las circunstancias de los Ministerios Públicos.

     En el Ministerio Público, se miente por muchas razones. Pero esto no es meramente por cuestiones individuales, sino más bien estructurales. Veamos. La primera es el funcionamiento de las averiguaciones previas (AP). Cuando alguien denuncia un delito y no quiere pagar por abrir la AP, el MP se desinteresa para hacerlo de oficio, y entonces, le aplican de modo literal la ley. Es decir, si lo que usted narra no encaja con la definición establecida en el Código Penal, puede irse olvidando de la denuncia. Y si lo consigue, las pruebas debe proveerlas usted mismo. Por tal razón, los abogados “preparan” a sus clientes para que su declaración coincida perfectamente con lo estatuido en la ley. Luego, cada palabra cuenta.

     La segunda razón para mentir es que la mayoría de los asuntos se resuelve, ¿dónde cree?, pues en el MP. Si analizamos las resoluciones de jueces y cotejamos con las AP, se perciben similitudes sospechosas. Es usual que en el juzgado se confirme lo decidido por el MP. Por tanto, abogados, detenidos y denunciantes se juegan casi todo en la AP y en el proceso, mientras el caso siga en el MP, pues son conscientes de que una vez turnado al juez, el asunto está terminado o a punto de estarlo.

     Y por último están las confesiones. A falta de una real investigación científica, las confesiones siguen siendo determinantes. Por tanto, las mentiras son trascendentales en el proceso; esto es, las palabras son fundamentales y no las pruebas materiales, de éstas últimas no hay ni las buscan. Entonces, el par interrogatorio-confesión sigue siendo pilar en la labor del MP y he ahí la explicación de las mentiras como problema central que aqueja la justicia judicial mexicana.

     Por ello, cuestiono: ¿Por qué la justicia de calidad no importa en absoluto en México? Mientras en Estados Unidos, por señalar un ejemplo, organizaciones civiles, centros de estudios, escuela de derecho y expertos discuten sobre metodologías para generar evidencia contundente que conlleve a tener acusaciones fidedignas y juicios justos, en nuestro país continuamos departiendo de tasas de impunidad y sentencias condenatorias a inocentes. En México no parece importar demasiado si hay claridad y solidez en las pruebas, como tampoco parece relevante que el MP plantee un relato creíble al caso, y por supuesto, mucho menos si el acusado cometió o no el delito. Pareciera que lo único relevante es que haya más reos para disimular o hacerlo creer, que se reduce la impunidad y nos creamos más seguros. No obstante, los millares de inocentes en prisión no son un asunto que nos quite el sueño, al menos eso demuestra la sociedad. Ello hace que a jueces y Ministerios Públicos tampoco les importe. En el país no existe pues, una brújula axiológica ni principios básicos en materia de justicia penal. Para eso, veamos un caso.

     Sergio Dorantes, acusado en el Distrito Federal de privar de la vida a su esposa, es un ejemplo de cómo, en la justicia penal mexicana, se vale de todo, hasta lo absurdo. Como muchos otros indiciados, la evidencia principal en su contra es un testimonio. En este caso el de Luis Eduardo Sánchez. Dicho testigo declaró un mes después de los hechos. Y usted se preguntará ¿qué tiene eso de anormal? Bueno, pues esto no es para desdeñarlo, al contrario. Según estudios sobre mecánica y psicología de la identificación de presuntos responsables a partir de testigos, el tiempo transcurrido entre los hechos y el testimonio es una variable primordial para evaluar la veracidad. En cualquier otro sitio con un sistema penal que funcione medianamente bien, el juez dudaría de la veracidad de lo dicho por el testigo, sin embargo, ello no parece ser parte del ADN de los jueces mexicanos.

     Otra variable elemental para determinar el valor probatorio del testimonio es el sentido común y la lógica de lo sostenido. Según la AP, un día como cualquier otro, el señor Sánchez, decide sin más, presentarse a declarar ente el MP que investigaba el homicidio de la esposa de Dorantes, Alejandra Dehesa. ¿Cómo supo cuál agencia era la indicada? ¿Por qué lo hizo? Ya lo veremos. El caso es que en primera declaración señala que el día del homicidio él se encontraba caminando en Coyoacán y de repente vio salir de una casa (lugar del homicidio) a un hombre, que tropezó con él y se notaba alterado. Después vio que abordó un automóvil rojo. El hombre resultó ser Sergio Dorantes. Eso nos lleva a las siguientes preguntas: ¿Cuánto tiempo pudo haber visto el rostro de Sergio Dorantes? ¿Tres o cuatro segundos? ¿Quién recordaría el rostro de una persona en una situación así? Por ende, el testimonio es increíblemente débil. Lo inverosímil del asunto es que dicho testimonio ha mantenido a Dorantes por más de ocho años en prisión.

     La historia no concluye ahí. Luis Eduardo Sánchez vuelve a declarar meses después, señalando que en realidad la agente del MP, María del Rocío García, lo buscó porque él era amigo de su hermano. Le digo que necesitaba un testigo para un caso que “investigaba”.  A cambio de mil pesos, le solicita declare lo antes posible. Al haberse retractado de lo dicho en su primera declaración hace que la PGJDF lo persiga por falsedad de declaración. Aquí viene lo caricaturesco y absurdo, la declaración que se estima “falsa”, no lo va usted a creer, ¡es la segunda y no la primera! En 2008, Luis Eduardo Sánchez es procesado y sentenciado por seis años por falsedad de declaración. Y para hacer más novelesca y tortuosa la historia, lo encierran en el mismo reclusorio que a Dorantes.

     ¿A quién le importa la calidad de las pruebas en el juicio de Dorantes? En la estadística, el homicidio de Alejandra Dehesa no quedó impune, pues se consignó. Y según esto es lo que realmente cuenta en el desempeño de los Ministerios Públicos y para que el ciudadano común y corriente, como usted y yo, creamos estar más seguros.

     La obsesión por la impunidad debe de tener su contrapeso. Tiene que importarnos la justicia. Así como nos indigna que los secuestradores u homicidas sigan en las calles, también ha de indignarnos, empezando por quienes son víctimas y afectados, el tener un sistema penal que no ofrece pruebas, razones ni argumentos para tener siquiera una mediana certeza de que el sentenciado por un delito es el responsable. La demanda popular, así se consigne y sentencie a condenas en mayor número, sin un sistema digno de justicia, nos aleja del país que soñamos.

     Sergio Dorantes, a diferencia de otros tantos acusados que afrontan juicios irracionales, tiene la fortuna de contar para su defensa con uno de los mejores penalistas del país, Alonso Aguilar Zinser, quien optó llevar el caso pro bono. Actualmente ambos esperan la sentencia del juez de primera instancia. ¿Tendrá el juez la fuerza para ir e contra de los designios del MP? ¿Podrá su sentencia hacerse cargo del absurdo y sin sentido de la acusación?

     México necesita justicia y no venganza para volver a unir las piezas del rompecabezas que ahora es.

CONFESIONES

Siempre he sido intenso, no he encontrado otra forma de hacer y ser lo que soy y quien soy. Mi corazón late en ambos sentidos de gozo y angu...