lunes, 8 de abril de 2013

LA INCERTIDUMBRE DEL FUTURO EDUCATIVO


     Todos hemos visto infinidad de veces comerciales televisivos que nos hablan acerca de la reforma educativa en México, y como toda publicidad, las cosas se modifican para hacerle ver a la ciudadanía que todo es para bien, el bien de sus hijos. Ergo, es mal informar a quienes esperan que a sus descendientes se les brinde una preparación académica de calidad.

     Para muchos, el establecimiento de un “nuevo” Instituto Nacional de Evaluación Educativa, o la aplicación de exámenes tanto a alumnado como a los docentes, no significa necesariamente un aumento en la calidad educativa. Veamos. El factor que se ha desdeñado a través de los años es el origen social de estudiantes y profesores. Verbigracia, un menor que se desenvuelve en un hogar con carencias alimenticias y subsecuentemente de literatura, evidentemente tendrá un desempeño bastante disímil ante otro que goza de una estabilidad, traducida en tranquilidad económica y que indubitablemente tiene un acervo literario en casa.

      Si no se toman en cuentan ciertos factores que inciden en una deficiencia, evidentemente no se podrá hacer mucho por mejorar. Debe ser primordial que las evaluaciones establezcan parámetros que permitan determinar si la instrucción impartida en las aulas sirve o es mero desperdicio de recursos humanos y económicos. Por supuesto, hay que discernir cuáles son los medios adecuados para evaluar, y la aplicación de los mismos ha de ajustarse a las circunstancias. En tal orden de ideas, la examinación debe tener como objetivo el asegurar que los alumnos mejoren su desempeño y no sólo para filtrar a quienes son de origen más humildes y dejar una brecha más amplia a los provenientes de familias más prósperas.

     No hemos comprendido en su totalidad que la preparación académica debe ser el trampolín que saque del atolladero económico evidenciado en la pobreza.

     El que las evaluaciones sean discutibles en cuanto a los criterios a aplicar, no significa que deba prescindirse de las mismas; hay que dejar de lado el control sindical, así como abstenerse se sujetarse a los usos y costumbres que obstruyen. Por ejemplo, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), pugna por exigencias que para lo único que sirven son para excusarse y seguir manteniendo el control sobre el sistema educativo mexicano.

     Tales actitudes de sindicatos, no son más que políticas de confrontación que agrede al resto de los ciudadanos, pues son conscientes de que un estratagema de dicha naturaleza son “exitosas” ante autoridades débiles y que a las primeras de cambio flaquean. Si no, presten atención a lo que sucede en entidades como Oaxaca o Guerrero, en donde los gobernadores se han prestado a las llamadas contrarreformas, que no sirven para mejorar la evaluación docente, sino para extirparlos.

     Ejemplifiquemos lo inmediatamente anterior. Gabino Cué, gobernador de Oaxaca, dentro de su propuesta a la ley que reglamentara la reforma educativa es todo un alarde de grandilocuencia. Para complacer a los maestros rijosos, propone que sean ellos mismos quienes se evalúen, pero, la propuesta no encuentra su límite ahí, pues incluye cuatro modalidades a saber:

     a)    Autoevaluación. (Como quien dice, todos aprobarían, porque ni modo que ellos mismos se reprueben, ¿o sí?)

     b)    Co-evaluación. (O sea, si no saben si su respuesta es correcta, pues preguntarle a alguien que sí, para que les dé una ayudadita.)

     c)    Hetero-evaluación. (Que quien sabe que signifique, pero, suena chido.)

     d)    Meta-evaluación. (Lo que a mi entender es que “será lo que Dios quiera”.)

     La plaga que atenta contra la credibilidad de los maestros, es que muchos de ellos parten de la idea de que las plazas docentes y los plantes, ¡son suyos! Entonces, el Estado no puede establecer un sistema evaluativo que certifique la calidad en el desempeño docente y sea útil para establecer contratos, ¿y por qué? Porque las plazas son ¡privadas! Es claro que quienes simpatizan con la idea de no permitir que las plazas sean de dominio estatal o público, están dispuestos a lanzarse al campo de batalla, pues el hecho de que tener un sitio como docente es fuente de poder y dinero.

     El ente, llamado Estado, tiene como obligación primordial garantizar el carácter público de la educación en México, con independencia de que se puedan hacer o no, los ajustes necesarios para tener una evaluación adecuada. Sin embargo, hay un problema aquí, y es que el Estado es débil, y garantizar lo dicho desde una posición endeble, no es buena idea.

     Por medios informativos nos enteramos como los maestros sin descaro o temor alguno, llevan a cabo bloqueos de carreteras, calles, etc., porque su propósito es afectar a terceros, que ni la deben ni la temen. Y realizan tales maniobras porque saben que el gobierno difícilmente los confrontará en pos de proteger a los ciudadanos. Saben que si presionan un poco, algunos gobernantes se rendirán, pues conocen de los costos políticos que aquellos pagarían si recurrieran al uso legítimo de la fuerza en contra de quienes cínicamente se manifiestan. Las autoridades, son enclenques, si un grupo de presión recurre a plantones, bloqueos, cierre de instalaciones, etc., ceden, y ante una reacción así, es como incentivar a esos grupos para cada vez que algo no les guste, vuelvan a hacerlo. Y si bien es cierto, que la nueva administración federal parece decidida a afrontarlos, que no nos asombre si llegado el momento se paralice y los maestros resultan triunfales.

CONFESIONES

Siempre he sido intenso, no he encontrado otra forma de hacer y ser lo que soy y quien soy. Mi corazón late en ambos sentidos de gozo y angu...