lunes, 16 de septiembre de 2013

FUE ESO, FUE AQUELLO

No fueron tus hermosos ojos
ni lo atrevido de sus guiños
los que me rindieron como a un niño;
tampoco el jugo dulce de tus rosados labios.

No fueron tus cabellos
ni sus afinados rizos,
mucho menos tus mejillas sonrojadas,
ni tu voz, ni tus palabras.

Fue tu alma
que se trasluce tan humana.
Fue el poder de tu llama
que pudo incendiar mi flama,
y a tus manos sujetarme
y en tus brazos inmortalizarme.

Fue eso,
fue aquello,
¡qué importa!,
si todo se resume
en que soy feliz en nuestro cautiverio.

CONFESIONES

Siempre he sido intenso, no he encontrado otra forma de hacer y ser lo que soy y quien soy. Mi corazón late en ambos sentidos de gozo y angu...