Deberías de dejar de ser lo que
anhelo,
dejar de ser eso que re-quiero,
dejar de ser eso que espero;
sí, deberías dejar de ser y empezar a estar.
Empieza a estar al final de mis días,
para ser calor en las sábanas,
para ser felicidad y ser sonrisas,
para ser amanecer al otro día.
Deberías de dejar de ser añoranza,
empezar a ser esperanza;
ir más allá de los miedos,
ir más allá de los sin sueños.
Debería dejar esta sed por tenerte,
y en cada partícula tomarte,
escucharte, sonreírte,
no soltarte,
hacerte feliz.
Deberías dejar de ser cada noche mi insomnio,
y empezar a revivir mis labios moribundos;
ser, estar, vivir y morirse cada noche;
cegar oportunidades, abrir pasiones.
Deberías dejar permitir,
sin perder, sin esperar de más:
deberías darte otra chance más,
no permitir perderte,
y no esperarme como “alguien más”.
Sí, quiero tenerte,
hacerte,
sin un para siempre,
pues no hay para nosotros una eternidad.
Debería dejar de imaginarte,
empezar a ser temblores en la oscuridad,
mirar la cama
y con deseos empezar a crear.
Deberíamos dejar de inventar
y empezar a mantenernos,
conocernos en nuestros defectos,
y descubrir la debilidad de nuestros cuerpos.
Has de estar a mi alcance
derretirte los labios,
mientras mis dedos mecen tu cabellera.
Has de dejar de no pertenecerme,
seré el agua que fluye por tu cuerpo
cuando a caricias te acalore la piel.
Hemos de enojarnos,
reprocharnos, llorarnos, quizá,
y hasta guardarnos silencio, tal vez.
Deberíamos dejar de ser una promesa,
y comprometernos con las muestras
de las pieles nuestras.
Démonos un lapso,
y esta noche no reparemos en las horas
que vamos a sabernos más de lo que imaginamos.
Desear no siempre es querer,
pero contigo si lo es,
y te deseo, te quiero,
aquí,
ahora,
conmigo,
con todos tus deseos,
con todos tus besos
arrancándome los sueños.
Deberíamos dejar de ser tan sólo suspiros,
extraviarnos
y a cada hora volvernos,
tragarnos,
vernos,
despertar.
Deberías de dejar aquellos derrumbes,
dejar de ser quien recuerda;
deberías volver a comenzar,
empezar a saber que siempre existe algo más.
Deberías de ser quien obnubila mis pensamientos,
y empezar a estar no tan lejos.
Quizá, yo, debería dejar de ser tan intenso.
dejar de ser eso que re-quiero,
dejar de ser eso que espero;
sí, deberías dejar de ser y empezar a estar.
Empieza a estar al final de mis días,
para ser calor en las sábanas,
para ser felicidad y ser sonrisas,
para ser amanecer al otro día.
Deberías de dejar de ser añoranza,
empezar a ser esperanza;
ir más allá de los miedos,
ir más allá de los sin sueños.
Debería dejar esta sed por tenerte,
y en cada partícula tomarte,
escucharte, sonreírte,
no soltarte,
hacerte feliz.
Deberías dejar de ser cada noche mi insomnio,
y empezar a revivir mis labios moribundos;
ser, estar, vivir y morirse cada noche;
cegar oportunidades, abrir pasiones.
Deberías dejar permitir,
sin perder, sin esperar de más:
deberías darte otra chance más,
no permitir perderte,
y no esperarme como “alguien más”.
Sí, quiero tenerte,
hacerte,
sin un para siempre,
pues no hay para nosotros una eternidad.
Debería dejar de imaginarte,
empezar a ser temblores en la oscuridad,
mirar la cama
y con deseos empezar a crear.
Deberíamos dejar de inventar
y empezar a mantenernos,
conocernos en nuestros defectos,
y descubrir la debilidad de nuestros cuerpos.
Has de estar a mi alcance
derretirte los labios,
mientras mis dedos mecen tu cabellera.
Has de dejar de no pertenecerme,
seré el agua que fluye por tu cuerpo
cuando a caricias te acalore la piel.
Hemos de enojarnos,
reprocharnos, llorarnos, quizá,
y hasta guardarnos silencio, tal vez.
Deberíamos dejar de ser una promesa,
y comprometernos con las muestras
de las pieles nuestras.
Démonos un lapso,
y esta noche no reparemos en las horas
que vamos a sabernos más de lo que imaginamos.
Desear no siempre es querer,
pero contigo si lo es,
y te deseo, te quiero,
aquí,
ahora,
conmigo,
con todos tus deseos,
con todos tus besos
arrancándome los sueños.
Deberíamos dejar de ser tan sólo suspiros,
extraviarnos
y a cada hora volvernos,
tragarnos,
vernos,
despertar.
Deberías de dejar aquellos derrumbes,
dejar de ser quien recuerda;
deberías volver a comenzar,
empezar a saber que siempre existe algo más.
Deberías de ser quien obnubila mis pensamientos,
y empezar a estar no tan lejos.
Quizá, yo, debería dejar de ser tan intenso.
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