Heme aquí preguntándome:
¿Qué puedo ofrendarte?
Si mis sueños yacen a pedazos,
resquebrajados y desmoronados en el tiempo.
Quizá, hasta soslayados por el propio olvido.
Sí, a veces, las esperanzas se largan,
arrastrándome sin calma,
entregándome ¡nada!
Sí, a veces me marchito,
otras veces, me vierto en un abismo.
Otras veces, el alma lacerada
por el desdén y sus tormentas
no halla consuelo ni en lágrimas.
Sí, la felicidad en los recuerdos divaga,
y por instantes alcanza
a embriagarme de nostalgia.
Sí, la soledad acobija
y son los temores verdugos
cuyas llamas arden y queman
dentro de las heridas y sus llagas.
¿Qué puedo ofrendarte?
¿Qué puedes ofrendarme?
¿Qué puedo ofrendarte?
Si mis sueños yacen a pedazos,
resquebrajados y desmoronados en el tiempo.
Quizá, hasta soslayados por el propio olvido.
Sí, a veces, las esperanzas se largan,
arrastrándome sin calma,
entregándome ¡nada!
Sí, a veces me marchito,
otras veces, me vierto en un abismo.
Otras veces, el alma lacerada
por el desdén y sus tormentas
no halla consuelo ni en lágrimas.
Sí, la felicidad en los recuerdos divaga,
y por instantes alcanza
a embriagarme de nostalgia.
Sí, la soledad acobija
y son los temores verdugos
cuyas llamas arden y queman
dentro de las heridas y sus llagas.
¿Qué puedo ofrendarte?
¿Qué puedes ofrendarme?