JENNIFER

Jennifer, tu nombre, en un papel,

supe cuando te vi, que

a veces, las sorpresas aparecen,

tan bellas como sólo puedes tú, y

eres en cada instante

luminosa como el color azul.

Nada de lo que se escriba aquí

aparece desperdigado por ahí;

virtudes más que defectos,

ambos sabemos: pretendemos;

rarezas de quien en su intento

recuerda alcanzar a ratos

olvidos que sanen un corazón herido.

Cuando al fin te atreviste,

alcanzaste tu cometido,

bajé yo, entonces, la guardia

antes de derretirme en tu mirada.

COMO SÍ PARA QUERERTE

Como sí para quererte necesitara yo de tu permiso,
aunque deseo tenerlo para querernos;

como sí para quererte requiriera me entendieras,
¿para qué?, si bien sabes que ayer hicimos nos sucediera;

como sí para quererte es menester tenerte,
me enamoré sí de tu cuerpo, de tu ser, de tu mente;

como sí para quererte hiciera falta gritarlo al mundo,
me basta y me sobra si nos construimos uno;

como sí para quererte, yo careciera de buenos motivos,
no hay máximo alguno si me haces sentir vivo;

como sí para quererte precisara de tus labios y tus besos,
bueno, esos sí los preciso perennes, abrazado a tu cuerpo.

INICIACIÓN

Justo ahora que te conozco un poco

entiendo que me gustas mucho;
mientras te vea de vez en vez,

bastará para quererte y verte crecer.

Hay historias inventadas,

algunas otras malogradas,
sin embargo, señorita, la nuestra,

tiene un valioso inmaterial:
almas adecuadas enamoradas.

Apoyarte es mi forma de estar contigo,

hondo siempre es mi sentido de querer;

arguyo que entre tanto desvarío

raudo pudiese ser tu cariño,

atada en el muelle de tu ser.

Te reconozco en cada bocanada,

enfatizo en soñarte cada madrugada.

Quizá la locura desbocada,

urdiendo y enganchando historias

intencionalmente conspiradas

para entregarnos en cuerpo y alma;

ruptura de tabúes y sinsentidos

o tan sólo tus labios sobre los míos.

MÁS QUE UN NOMBRE

En los momentos de los días

cuando existen tus breves silencios,

todo se torna tan esquivo y frío

que ni el otro frío lo releva.

Añoro entonces tus mensajes

y si no salgo a buscarte

es porque el vaho de la esperanza

siempre me pinta un "quizá mañana".

Para necesitarte estoy vivo ya,

respiro para morir en tus pupilas,

muero por vivir entre tus brazos

y desfallecer en la comisura de tus labios.

Edith, tu nombre cimbra mis cuerdas vocales;
Edith, eres el ojo calmo de mis tormentas neuronales

y la pretensión convexa de mis sueños matinales.

Entre mis dedos tu silueta siempre vive,

y en esta espera irascible, mis suspiros

me gritan mis deseos por ti más febriles.

Ven, abrázame.

Iré, te abrazaré.

Ven, bésame.

Iré, te besaré.

Ven, quiéreme.

Iré, te querré.

Ven, abrázame, bésame, quiéreme.

Iré, te abrazaré, te besaré, te querré.

Vayamos juntos por el sendero

hasta donde la vida misma y nosotros

dictemos que duremos.