lunes, 13 de febrero de 2012

PURA BASURA


     La Ciudad de México está atiborrada de miles de anuncios perredistas. Es evidente que ese despilfarro de recursos no procede más que del erario, el cual, lo habitantes construyen a través de sus contribuciones. Pero, ¿tiene sentido tal gasto?

     Que el señor Enrique Peña Nieto no sepa mencionar siquiera tres títulos de libros es tan inverosímil y vergonzoso como que los otrora precandidatos a la Jefatura de Gobierno, Alejandra Barrales y Martí Batres, desplieguen sendos anuncios sobre los libros que han escrito. Yo que sepa, no ha existido escritor mexicano con una campaña promocional editorial como lo están teniendo los aludidos políticos.

     ¿Qué pretensión puede tener el PRD capitalino al rebozar de propaganda el inmobiliario urbano? El sólo rostro no exponen nada, pues no se incluyen lemas ni consignas. Lo único obvio es la capacidad de barrumbada, y la forma arbitraria de llevarla a cabo por parte de una parcialidad política, que en vez de generar propuestas, da la impresión que se vitorea a sí mismo.

      El Distrito Federal ha sido hasta el momento el único sitio donde el PRD ha consolidado una administración perdurable. Y como todo gobierno, con sus consecuentes altibajos, se puede decir que aceptable, adelantando derechos cívicos plurales y afrontando con realismo desafíos de convivencia cotidiana. La actual inundación de carteles propagandísticos es vergonzante para un partido político que en antaño llegó a combatir los excesos.

     En su intento de contrarrestar al Sol Azteca, el PAN ha optado por “respaldar” mediante dedazo presidencial una candidatura ciudadana, la de Isabel Miranda de Wallace. Dicha mujer cuyo poder de convocatoria pudo haber sido el hecho de ser externa al sistema, recibió una oportunidad por una práctica autoritaria.

     Ante el dislate albi azul, el PRD reaccionó institucionalmente, eligiendo para contender por el cargo de Jefe de Gobierno, al mejor de sus precandidatos, Miguel Ángel Mancera, pero ha decidido paralelamente exhibir sin recato su músculo político. El PRD “marca su territorio” colocando innúmeros carteles con imágenes de suspirantes a jefes delegacionales o algún curul legislativo, ya sea en la Asamblea Legislativa o en el Congreso de la Unión.

     En tanto el Sol Azteca mancillaba el de por sí deteriorado paisaje de la capital mexicana, el PAN recurría a prácticas antidemocráticas en su elección interna para designar a quien ocuparía la candidatura presidencial. En el transcurso de la jornada electoral, no faltaron (¡Cómo siempre!), denuncias por reparto de despensas y compra de votos; se tuvo urnas “embarazadas”; la cónyuge del precandidato Santiago Creel no pudo emitir su voto porque ¡no estaba en la lista!; el primer presidente panista se saltó la fila de espera en una urna en León, Guanajuato, siendo abucheado por los otros militantes panistas; Marta Sahagún no sufragó porque a decir del mismo Fox, “la han tratado muy mal”. El caso más sonado fue el de Tantoyuca, Veracruz, donde una sola casilla otorgó la inverosímil cantidad de 10 320 sufragios a favor de Ernesto Cordero. Esto último no ha de extrañarnos, dado que era el “delfín” del Jefe del Ejecutivo Federal. No obstante, no deja de llamar la atención que el escándalo por lo deshonesto de la contienda, provenga de la parcialidad que representaba la continuidad y el oficialismo albi azul.

     Aunque la ahora primera candidata presidencial, Josefina Vázquez Mota, era la mejor opción panista de cara a las elecciones del próximo julio, tuvo que confrontarse a escollos que su partido atribuía en tiempos pasados al PRI. Al ganar categóricamente, mencionó: “Termina la contienda interna, y comienza un nuevo camino: el camino para derrotar al verdadero adversario de México, a quien representa el autoritarismo y lo peor de la práctica antidemocrática, a quien representa el regreso a la corrupción como sistema y la impunidad como condena. Ese adversario es Peña Nieto.” Si bien el diagnóstico de la panista es correcto, aún queda por aclarar el por qué los gobiernos emanados del panismo no han hecho nada por modificar tan degradante situación en estos ya casi dos sexenios.

     En un hotel del Distrito Federal, se quedaron cientos de cajas sin abrir, ¿su contenido? Playeras, cornetas y banderines para el festejo de Cordero. La pregunta del millón es: ¿Qué pasará con tan inútil acervo?

     La capital mexicana es un baluarte de la piratería: hay taxis pirata, DVD’s pirata, perfumes piratas y hasta piratas piratas, ¡imagínese nada más! Como ahora el Distrito Federal se dispone al reciclaje, no sorprendería que el arsenal festivo del ex secretario de Hacienda fuera adquirido a precio de periódico viejo por la cúpula amarilla y destinarlo a su obcecación actual: encomiarse a sí mismo.

     Los defeños, entonces, habitan en una ciudad salpicada por los rostros del poder en propaganda que literalmente es pura basura.

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