supe cuando te vi, que
a veces, las sorpresas aparecen,
tan bellas como sólo puedes tú, y
eres en cada instante
luminosa como el color azul.
Nada de lo que se escriba aquí
aparece desperdigado por ahí;
virtudes más que defectos,
ambos sabemos: pretendemos;
rarezas de quien en su intento
recuerda alcanzar a ratos
olvidos que sanen un corazón herido.
Cuando al fin te atreviste,
alcanzaste tu cometido,
bajé yo, entonces, la guardia
antes de derretirme en tu mirada.
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