martes, 19 de junio de 2012

SUFRAGIO ÚTIL


     A una docena de días para que se lleven a cabo los comicios electorales presidenciales les planteo lo subsecuente.

     Seguramente a muchos de nosotros nos encantaría el hecho de que nuestro voto pesara tanto, a tal grado que el por el simple hecho de ser partícipe y de ejercer la voluntad política, fuera suficiente para definir la próxima elección presidencial. Pero no, este arranque de megalomanía es una utopía, y es que el voto de cada uno pesa exactamente igual al de los otros millones de mexicanos que integran el padrón electoral.

     No obstante, no debemos de resignarnos a que nuestro sufragio pese poco, mas si lo asaz para especificar quién gobernará al país por los siguientes seis años. Indudablemente a estas alturas aún persisten los indecisos respecto de a quien le van a otorgar su voto, pero su indecisión no es respecto a la carencia de preferencias políticas, sino porque (y espero que así sea) pretenden maximizar el valor de su voto, de tal modo que útil en la construcción de un México más moderno, próspero, justo, seguro, etc. Luego, todos hemos de resolver en los siguientes días ¿cuál opción de las cuatro que tenemos es la mejor para el país?

     Pareciera que la respuesta antepuesta es de sencilla resolución, pero no lo es. Hay candidatos que muestran su inteligencia y de que están informados; otros que sobresalen por sus dotes telegénicos; otros un poder simbólico mayor; y otros un carisma inigualable. Pero una elección no se trata de eso, sino de elegir a la persona mejor calificada para liderar un proceso de modernización integral de un país como México, que se ha visto rezagado y peor aún siendo rebasado por otros.

     El próximo Presidente de la República debe reunir cuatro ‘atributos’: 1) Contar con una agenda transformacional pragmática que se alinee con el contexto global de la economía actual; 2) Las política públicas que plantee debe modernizar a México en el área política, económica y social. Debe ser abierto políticamente hablando, para que sea capaz de entablar relaciones con todas las corrientes políticas existentes y alcanzar soluciones pragmáticas que solventen los problemas primarios del país. Debe ser un político excelso que sepa instrumentar mediante “negociaciones” los cambios transformacionales que el país demanda, así como, ser un buen ejecutivo que administre las funciones gubernamentales, sobre todo del manejo económico y de seguridad del país; 3) Es esencial que cuente con el respaldo de grupos políticos y económicos representativos, que a su vez tengan la fuerza y legitimidad mínima necesaria para poder gobernar al país con soltura y; 4) Tiene que ser un líder con una historia personal y política razonable, el afán no es buscar un “santo”, pero sí un individuo cuya historia no dé asco o reacciones negativas fortísimas.

     He evaluado sucintamente a los cuatro presidenciables y ninguno de ellos me causa éxtasis. Aquí un breve análisis. Andrés Manuel López Obrador falla en muchos aspectos, su idea de país se aleja muchas veces de la realidad, no sabe negociar, adopta posiciones políticas dogmáticas e intransigentes, aunado a su reacción del 2006 y su obsesión por el poder y a que se fragua un fraude en su contra.
     Gabriel Quadri de la Torre es por mucho quien más ha gustado por sus propuestas y por las muestras de inteligencia (al menos en los debates), sin embargo, no está respaldado por una fuerza política respetable y representativa, por lo que un hipotético triunfo suyo traería consigo un déficit de “legitimidad política”.

     Enrique Peña Nieto está al frente de una fórmula política que ha venido escalando posiciones políticas obstaculizando cada reforma estructural que se ha debatido en el Congreso de la Unión. Por lo que podemos deducir que en su afán de retornar al Ejecutivo Nacional ha sido muy costoso para el país.

     Josefina Vázquez Mota por su parte, representa una ideología que ha quedado en el pasado, además, de que no ha existido bajo la administración blanquiazul un cambio significativo respecto a lo que los priístas realizaban antes de la tan afamada alternancia del poder.

     Lo que es cierto, es que quién sea electo, debe entender inmediatamente los cambios que el país requiere y rodearse de individuos que integren un gabinete poderoso, capaz y eficaz.

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