jueves, 14 de julio de 2011

EL ARTE DE AMAR


     Hace tiempo dediqué parte de mi tiempo a la lectura del libro, “El Arte de Amar” de Erich Fromm. El objetivo del presente es hacer un reporte del citado libro, por lo cual procederé a comentar lo que a mi consideración son las ideas más importantes. Para esto último, primero enunciaré de forma textual aquellas ideas y después emitiré un punto de vista.

     El amor es una acción, la práctica de un poder humano, qué sólo puede realizarse en la libertad y jamás como resultado de una compulsión”.

     Nada más cierto que eso, pues el amor no sólo nace, se  hace nacer. El amor humano crece a medida que nuestra libertad de acción se enfoca en los otros, en los que nos rodean, sean éstos allegados o no a nosotros. El amor no debe ser compulsivo, pues si así fuera, el poder que el amor otorga al ser humano sería sólo en beneficio de unos cuantos y en perjuicio del resto. De modo tal que si alguien ama a alguien de forma compulsiva, se centraría en la persona amada de una manera que pudiese transformarse en obsesión de obtener algo que la otra no pudiere ofrecerle, al menos no en la forma como la primera persona desease. Si la obsesión se presentase, entonces, en vez de amar a la otra persona, se estaría cayendo en el egocentrismo de buscar que nos amen sin ni siquiera saber primero hacerlo.

     El amor es una actividad, no un efecto pasivo; es un estar continuado, no un súbito arranque. Puede describirse el carácter activo del amor, afirmando que amar es fundamentalmente dar, no recibir.”

     Esta parte del libro, únicamente viene a reafirmar la primera cita, el amor tiene y debe ser constante, no un mero impulso que al final nos arrastraría fuera del objetivo de amar.

     El punto relevante de aquí se centra en las palabras dar y recibir. ¿Acaso amar sólo consiste en brindar amor a los otros? Si fuera así, que hay de nosotros, ¿acaso no merecemos ser amados del mismo modo como lo hacemos? Tal vez esto es contradictorio a lo anteriormente dicho, sin embargo, como seres humanos sufrimos un ego, que nos impide sólo el dar. Además, sí sólo se diera amor sin recibirlo, sería dejar la puerta abierta a quienes tienen la mala costumbre de aprovecharse de la situación y causar daño a aquellos que dan todo sin esperar nada a cambio. El dar debiera tener un límite, no hay por que caer en la ingenuidad.

     El amor es la preocupación activa por la vida y el crecimiento de lo que amamos”.

     Existe mucha razón en esto, cuando se ama a alguien llegas a hacer mucho por ese alguien. De una u otra forma estás al pendiente de su día a día y, el más mínimo pretexto basta para hacerle saber que le preocupas y que en ti encontrará un apoyo. Pero, ¿hasta qué punto esta preocupación es sostenible? Pues no creo que exista ser humano capaz de tolerar por siempre que la persona a quien ama le importe poco su preocupación. Está bien que se diga que el amor es incondicional, pero eso no tiene que implicar dejar de lado la dignidad y amor propio, o es que ¿éste último se termina cuando dejas de amar al otro?

     El carácter activo del amor se vuelve evidente cuando implica estos cuatro elementos: cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento”.

     El conocer el significado de los cuatro elementos citados, no quiere decir que ya seamos capaces de amar. Para conseguirlo es imprescindible transportarlos al campo de la práctica a través de acciones y actitudes.

     El cuidado debe involucrar el estar al pendiente de las necesidades del ser amado, sea cual fuere la naturaleza de aquellas. Para tener cuidado hay que mantener contacto frecuente entre los individuos. Lo cerca que se encuentren uno del otro (físicamente hablando) influye directamente en la relación, pues ninguna herramienta tecnológica es capaz (al menos hasta ahora) de igualar los roces que pudieran darse al entablar una conversación. Es cierto, que la distancia no es un factor determinante, pero si se tratase de una relación incipiente, entonces, habrá que procurar el no distanciarse y, eso, ya sería una actitud de cuidado para con el otro ser.

     La responsabilidad, es el aceptar las consecuencias de nuestros actos, sobre todo de los malos o de los que sin la intención de hacerlo, induzcan un malestar en el ser amado. Porque, tal parece que sólo se aceptan las consecuencias que nos favorecen y nos ponemos reacios al momento de admitir nuestras equivocaciones. Si se ama, hay que aprender a asentir cuando erramos.

     En la responsabilidad, uno no puede, no debe, darle la espalda ante situaciones difíciles a la persona a quien se ama, y más si se es coparticipe en el surgir de esa consecuencia. Una situación muy recurrente en la sociedad actual y que llama mucho mi atención es la siguiente. Digamos que un chico embaraza a su novia, y cuando la chica menos se lo espera, él, le dice: “No quiero que tengas problemas con tus papás ni con los míos, lo mejor sería que abortes al bebé”. En una situación así, el chico, está dando un paso al costado, no quiere la responsabilidad de ser padre y está pensando en sí mismo, no le importa en lo más mínimo el pensar y sentir de su pareja. Mi cuestionamiento es, si no quiere hacerse responsable de su paternidad, entonces, ¿por qué al momento de las relaciones sexuales no tuvo el cuidado apropiado, haciendo uso de algún método anticonceptivo? Francamente, me es inconcebible que aún hoy en día, se ignore las probables consecuencias del acto sexual sin protección.

     Entre las acepciones de respeto, está la que enuncia que alguien debe ser digno y tolerado, y eso es exactamente lo que tiene que existir entre dos personas que dicen amarse. Si en esa relación el respeto se toma como la sumisión al otro, entonces, la persona sometida, estaría tolerando que pasen por alto su dignidad, y ahí ya se perdió el respeto. Respetar es dejar a libre albedrío las decisiones del otro, pues, una cosa es ayudar al otro a elegir sus decisiones y otra muy diferente hacer que tome una determinada decisión.

    El conocimiento, también juega un rol esencial dentro de una relación en la que existe amor, puesto que, no se puede amar (al menos en su totalidad) a quien nos es ajeno, de quien no tenemos noción de su persona. Para que se goce de conocimiento debe existir un diálogo profundo entre ambas partes. El objetivo de esto es descubrir lo que hay en el otro ser, que piensa, cuales son sus valores, cuales sus actitudes, lo que le agrada y lo que le desagrada.

    Para conocer a la persona amada, hay que ser cuidadosos, responsables y respetuosos con la forma, no es un interrogatorio en el que el otro tiene que responder a toda pregunta hecha por ti, más si es importante que el otro sea honesta en cada respuesta, porque si no fuese así, ya estaría faltando el respeto. El conocer a la otra persona no se logra sólo por cuestionamientos directos, las actitudes cuentan, y mucho, basta ver las reacciones del otro ser ante determinadas situaciones para darnos una idea de lo que es en realidad.

     El amor infantil sigue el principio: Amo porque me aman. El amor maduro obedece al principio: Me aman porque amo. El amor inmaduro dice: Te amo porque te necesito. El amor maduro dice: Te necesito porque te amo”.

     Diferenciar entre amor maduro y amor inmaduro es sin duda complicado, podría llevarnos a una larga discusión y no llegar a conclusiones precisas y contundentes. Acaso, esas diferencias se dan porque el niño no tiene bien asimilados los conceptos de cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento; y por eso se dice que su amor es inmaduro. ¿Y si es todo lo contrario? Digamos que la falta de conocimiento le impidiese estar al tanto de la malicia y hacer de su amor algo sincero. Ese amor obvio estaría incompleto, pues le faltarían tres elementos, pero es un buen comienzo, al fin y al cabo cada quien tendrá su opinión acerca de lo primordial que debe existir en un relación de amor entre dos seres. Por lo tanto, la forma de pasar de un amor inmaduro a poseer un amor maduro, está bajo el libre arbitrio de cada individuo.

     Amar a alguien no es meramente un sentimiento poderoso, es una decisión, es un juicio, una promesa. Si el amor no fuera más que un sentimiento, no existirían las bases para la promesa de amarse eternamente. Un sentimiento comienza y puede desaparecer. ¿Cómo puedo yo juzgar que durará eternamente, si mi acto no implica decisión y juicio?

     Seguramente esto se opone a lo que siempre se ha escuchado cada vez que a alguien se le cuestiona sobre que se siente cuando se ama. La mayoría dice que es como un revolotear de mariposas en el estómago, un cosquilleo en el pecho. Estas respuestas, como puede observarse es porque solo se apela al sentimiento.

     Sin embargo, cuando se pregunta, porque alguien es tu mejor amigo, nos encontramos ante respuestas más variadas, que si comparten gustos, se conocen desde niños, es la única persona en la que puedo confiar, etc., en fin que, tales respuestas están sujetas a un razonamiento. Pero, que no se supone que ¿el amor se relaciona más con la amistad que con el noviazgo?

     Este error de acepción de la palabra amor es muy común en nuestro tiempo y, tal vez, sea la razón, por la cual una amistad llegue a prolongarse por tanto tiempo, mientras que la relación de pareja, termina por descomponerse en un breve lapso.

     Por eso, para amar a alguien como pareja hay que ser decididos, tener un juicio, con las suficientes bases sobre esa persona, y que es lo que le puedes ofrecer. En otras palabras, se necesita de un conocimiento de la persona amada para poder enjuiciarla. Para amar a la pareja, no hay que prometerse, sino comprometerse en cada acto, y hacerlo porque queremos, no porque sea la única manera de que se nos corresponda con el mismo amor que nosotros le profesamos. Decir amar a alguien es fácil, lo difícil es actuar con amor.

     Sólo hay una prueba de la presencia del amor: la hondura de la relación y la vitalidad y la fuerza de cada una de las personas implicadas; es por tales frutos por los que se reconoce el amor”.

     Para que se tenga la certeza de que existe amor en una relación, deben conocerse una a la otra. Por lo tanto se hace indispensable la presencia de la comunicación, por la cual se transmitan de manera recíproca sus sentimientos, sus ideas, sus gustos, aficiones, dificultades, etc.

     Pero, ¿qué sucede si uno de ellos es demasiado tímido para expresarse? ¿Acaso esta persona no sabe amar? Si y no. Si, porque cuando se ama, no lo callas y, no, porque el sólo decir que amas no supera en nada si realizas actos por y con amor por la persona amada (Ya lo dice una frase muy sabia de Platón: "La mayor declaración de amor es la que no se hace; el hombre que siente mucho, habla poco". Dicho en otras palabras, el amor que una persona tímida ofrece, puede que sea el que más se acerque a la verdad del arte de amar, muy a pesar de que no se ame a plenitud, cómo producto de la timidez de uno de los individuos.

     ¿Cómo puedo hacer que alguien deje de ser tímido? No creo que existan método que logre algo así (hablando de cuestiones de relación entre dos personas, dejemos a un lado las terapias psicológicas), pues, todo dependerá (aquí se pueden incluir las experiencias pasadas y aquella frase de que: Una persona cambia por dos razones: aprendió demasiado o sufrió lo suficiente.) de que tanto esté dispuesto el otro ser a abrirse al diálogo. De lo que si estoy seguro, es que alguien caracterizado por la timidez le gustaría que se acercasen a él de forma sutil, honesta, real, al natural, sin fingir. A una persona tímida no se le adula (muchas veces se les adula por que son bastante capaces en el aspecto cognoscitivo), sólo se le reconoce y se le respeta.

     “La humildad y la objetividad son indivisibles, tal como lo es el amor. Si quiero aprender el arte de amar, debo esforzarme por ser objetivo en todas las situaciones y hacerme sensible a la situación frente a la que no soy objetivo”.

     La objetividad es sin dudarlo una de las cosas más complicadas de llevar a la práctica, pues para el ser humano, es difícil dejar de apelar a los sentimientos cuando comenta sobre una situación específica. Resulta aún más difícil, si se trata de asuntos que tengan que ver con personas a quienes amamos. Para ser objetivos, hay que hacer a un lado las ideas tendenciosas.

     Ser objetivos es ver los pros y contras de una situación y eso es de mucha ayuda cuando se quiere brindar apoyo a la persona amada. Pero, para brindar apoyo, hay que ser a su vez sensibles y para eso es necesario conocer a la otra persona y ponerse en su lugar, es decir, hay que saber acerca de sus sentimientos y sus ideas al mismo tiempo.

     La práctica del arte de amar requiere la práctica de la fe. La fe irracional se basa en la sumisión a una autoridad irracional. La fe racional es una convicción arraigada en la propia experiencia mental o afectiva, y tiene sus raíces en una convicción independiente basada en el propio pensamiento y observación productivos, a pesar de la opinión de la mayoría”.

     Amar es tener fe. Sin embargo, coexisten dos clases de fe, la irracional y la racional. El primer tipo de fe como se menciona en el párrafo anterior es por sumisión, es decir, confío en el otro sólo porque tiene un poder mayor, el cual es capaz de controlarme, aunque esto signifique que yo no posea capacidad de elección. Una situación así, sólo traslada al ser dominado a seguir al pie de la letra lo que el dominante exprese. En este caso el amor no existe, es más bien algo parecido a la relación entre marioneta y titiritero. Es una relación dependiente, en el que no actúo a menos que el otro me lo ordene.

     En la fe racional, el amor existe porque las vivencias de una persona así lo determinan. Es el estar convencido de que los actos del otro ser son a su vez libres y que no son en detrimento de mi libertad. Además, la fe racional, permite visualizar los actos del otro individuo de forma objetiva, percibiendo los pros y contras de tales acciones. Aunado a lo anterior, en la fe racional no importan los comentarios que busquen desprestigiar los actos de la persona a quien se ama, muy a pesar de que esos comentarios provengan de la mayoría de las personas que nos rodean.

    Pero, ¿realmente la mayoría se puede equivocar? Es cierto que no todos los que nos rodean están plenamente de nuestro lado, y que algunos buscan que tropecemos de cualquier manera, usando cualquier medio. Por eso, ante los comentarios de otros, debemos actuar razonando a conciencia, siendo objetivos ante esos comentarios. Debemos aplicar el principio de no ser compulsivos, algo que en el amor no tiene cabida.

     La fe es una cualidad indispensable de cualquier amistad o amor significativos. Tener fe en otra persona significa estar seguro de la confianza e inmutabilidad de sus actitudes fundamentales, de la esencia de su personalidad, de su amor”.

     El párrafo antepuesto a éste, corrobora lo aludido anteriormente. En la amistad, en el amor entre hermanos, en el amor de pareja, etc., deben ser regidas por la confianza mutua. Si esto se da en la medida justa y necesaria, ese amor será inquebrantable.

     La confianza se gana y se otorga, con actitudes. Como ya he referido anteriormente, las palabras están por demás, si no son escoltadas por acciones. Nada más maravilloso que amar a alguien que hace más de lo que dice. Es por esto último por lo que se conoce la verdadera esencia de la persona amada y de que tan capaz es de saber amar.

     Amar es comprometerse sin garantías, entregarse totalmente con la esperanza de producir amor en la persona amada. El amor es un acto de fe, y quien tiene poca fe, tiene poco amor”.

     Estoy de acuerdo en la primera parte de la cita anterior, en la segunda disiento un poco. Veamos. Cuando uno ama y sobre todo, si es amor de pareja, realizas actos con el fin único de lograr que el otro ser también te ame. Habrá que aclarar que esto no tiene porque convertirse en obsesión como ya he hecho mención al inicio del presente trabajo. Al contrario, se procura que la persona a quien amas se dé cuenta de tu existencia, de que en verdad te importa y de que le puedes ofrecer amor real, leal y sincero.

     Lo complicado de hacer que el otro te ame por tus acciones y actitudes, es saber hasta donde estás dispuesto a intentarlo. Digamos que te gusta cierta persona, y que por su forma de ser te atrajo, a tal grado de querer ser más que su amigo o amiga, y en cierta ocasión (en el hipotético caso de que lleven una relación de amistad) te atreves a decirle lo que realmente sientes y piensas, y su respuesta es un rotundo NO. Lo incierto es lo que viene, si se ofende y pierdes su amistad (aunque sería una amistad poco sincera, porque si fuera verdadera, no tendría porque concluir), entonces qué, ¿seguirías actuando del idéntico modo? Es decir, primero ganar una amistad para después buscar tratarla como pareja, o la experiencia te llevará directamente a ofrecer amor como pareja.

     Otro caso bastante repetido es el siguiente. Llevas una relación de pareja o amistad con alguien, y en cierto momento esa persona a quien amas decide romper con la confianza que tú depositaste en ella, ¿seguirías confiando del mismo modo en el futuro? Acaso, ¿es mentira que las decepciones en la amistad y en las relaciones de pareja pueden llevarte a perder la fe? ¿Será cierto, qué perder la fe, significa perder el amor que posees? No lo visualizo así, pienso que el amor en ti seguirá existiendo, sólo que ahora será un amor más maduro, que se entregará a reserva de sus experiencias, será cauteloso, pero no compulsivo, será confiado, mas no ingenuo, será racional no irracional.

            CONCLUSIONES

     Cómo se ha observado a lo largo de este escrito, saber amar no es sencillo, no es algo que se aprenda de un día para otro, es más, tal vez ni la vida sea suficiente para poder conseguirlo. La raíz del problema puede ser, que son muy pocos los que tienen la capacidad de saber el arte de amar, y así es difícil vernos rodeados por acciones hechas a partir del conocimiento de que se sabe amar. Se ve, es cierto, pero sólo cuando se trata de alguien muy cercano a nosotros, no obstante, cuando se trata de unirse en masa (por ejemplo en México), caemos en el egoísmo y cada individuo, cada familia, cada sector social, ve por sus intereses particulares. Esto me lleva a la última cita textual:

     El amor es una actividad; si amo, estoy en constante estado de preocupación activa por la persona amada, pero no sólo por ella”.



5 comentarios:

  1. Muero por vivir entre tus brazos
    y desfallecer en la comisura de tus labios.♡

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  2. Muero por vivir entre tus brazos
    y desfallecer en la comisura de tus labios.♡

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  3. Muero por vivir entre tus brazos
    y desfallecer en la comisura de tus labios.♡

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  4. Muero por vivir entre tus brazos
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